Ardió Tucumán: tras las elecciones, violenta represión a manifestantes

Una multitudinaria protesta contra el triunfo del oficialista Manzur, en medio de denuncias de fraude, fue fuertemente reprimida por la policía; hubo heridos y detenidos; la oposición no reconoció la derrota del radical Cano, apoyado por Macri

 

Las escandalosas elecciones de anteayer en Tucumán, con enfrentamientos, quema de urnas y denuncias de fraude, derivaron en otra jornada de tensión y violencia: anoche, una multitudinaria protesta frente a la Casa de Gobierno provincial fue fuertemente castigada por la policía, en uno de los mayores episodios de represión en 12 años de gobierno kirchnerista.

 

Unas 10.000 personas se habían reunido en la plaza Independencia, frente a la Casa de Gobierno provincial, para objetar el triunfo del candidato a gobernador por el oficialismo, Juan Manzur, frente al radical José Cano. La protesta comenzó cerca de las 21 y se desarrolló en paz hasta pasadas las 22.30, cuando la policía intentó disiparla con gases lacrimógenos, gas pimienta y balas de goma. Allí se produjeron corridas, choques y pedradas, y policías de a caballo y de a pie arremetían contra los manifestantes, algunos de los cuales fueron agarrados de los pelos e introducidos en la Casa de Gobierno, fuertemente vallada.

 

Minutos antes de las 23, un altercado entre militantes radicales y presuntos policías de civil derivó en una batalla campal, con un número incierto de heridos. Ante los disparos, que se hicieron atronadores y constantes, muchos manifestantes corrieron a refugiarse en la Catedral y en hoteles cercanos, mientras motocicletas recorrían las calles laterales de la plaza de modo amenazante. Un auto policial terminó con los vidrios rotos y se vieron muchos tachos de basura en llamas.

 

El repliegue de la gente después de la violencia duró poco. Cerca de la medianoche, muchos volvieron. Había familias enteras. Aunque menos numerosa, la multitud parecía esta madrugada dispuesta a quedarse allí, a pesar del fuerte olor de los gases lacrimógenos. Alrededor quedaban los restos de la batalla: bancos rotos, adoquines por todas partes, vallados desparramados por el piso. Tronaban el Himno Nacional y consignas que se repetían: «Que abran las urnas», «que se vayan todos», «el pueblo no se va».

 

El gobernador José Alperovich, alineado con la Casa Rosada, debió enfrentar otras manifestaciones, pero nunca de esta magnitud.

 

La violencia de anoche fue el corolario de otro día de enorme tensión. Luego de la extensa jornada de anteayer, con innumerables denuncias de fraude, incidentes, un camarógrafo herido y gendarmes baleados, el escrutinio provisorio se detuvo a las 9 de ayer, con el 81% de las mesas escrutadas y una ventaja para Manzur de 13 puntos sobre Cano (54% contra 41%), que tuvo el apoyo de los presidenciables Mauricio Macri y Sergio Massa. El resto, unas 600 mesas, quedaron para el escrutinio definitivo, que comenzará hoy.

 

La oposición se resistió a reconocer la victoria de Manzur, delfín de Alperovich y respaldado por el candidato presidencial del oficialismo, Daniel Scioli. «[Lo que pasó] es realmente inaceptable, no lo podemos naturalizar ni creer que esto es parte de nuestra democracia», dijo Macri.

 

«Hubo un clima de violencia, gente golpeada, urnas quemadas, gendarmes atacados, problemas con los telegramas, cortes de luz en el correo», agregó el líder de Pro. Coincidió con Massa, que fue duro con el virtual sucesor del gobernador José Alperovich. «No se puede decir que [Juan] Manzur es el nuevo gobernador. Hay que tener todas las actas, comparar los telegramas con los certificados de los fiscales, y hay que ir a la apertura de urnas, que es donde está (expresado) el derecho de la gente», dijo Massa.

 

El oficialismo tucumano, en la voz del propio Manzur, y el gobierno nacional se unieron para rechazar las acusaciones. «Fue una gran jornada, con mucha participación. Las denuncias quedaron reducidas a cuarenta mesas», minimizó Manzur en un diálogo con LA NACION en el hotel Sheraton de esta capital. De inmediato, el ex ministro de Salud nacional afirmó: «Quiero transparencia absoluta. Así sea una sola mesa, sería deseable que se expida la Justicia», dijo el virtual gobernador electo. ¿Y el sistema de votación, con 25.000 candidatos? ¿Y las seis horas de espera para conocer los primeros resultados? «Todo sistema es perfectible, pero éste es el que se usó en esta oportunidad», respondió Manzur.

 

En el oficialismo tucumano acusaron a Macri y a Massa de «venir a embarrar la cancha» en su pelea contra Daniel Scioli porque «saben que perdieron la elección». De hecho, ayer por la mañana el candidato kirchnerista le pidió a Macri a través de declaraciones radiales que «por respeto al pueblo tucumano reconozca el triunfo del Frente para la Victoria como yo lo hago con los gobernadores electos que no son de mi partido», dijo el gobernador, el día después de su agridulce visita a la provincia.

 

Encerrado en el primer piso del mismo hotel, Cano repasó junto con su equipo las irregularidades de los comicios. «En Tucumán no ganó nadie. Perdió la democracia. Perdió la transparencia. Perdimos los tucumanos», dijo el diputado radical, aunque a la vez destacó la «elección histórica» de su frente, con triunfos en las intendencias de la Capital, Yerba Buena y Concepción (ver en página 8).

 

Cerca de Cano conviven dos posturas. La primera, representada en uno de sus referentes, José Azcárate, le aconsejaba pedir «la nulidad de los comicios fraudulentos», y coincidía con la visión de Macri y Massa. La segunda, más «localista», lo conminaba a «denunciar una por una las irregularidades», pero sin el tono dramático de la primera opción. Ambas estuvieron representadas en la ruidosa marcha de protesta que anoche Cano encabezó en la plaza Independencia, frente a la gobernación tucumana. Nada hacía suponer a esa hora que la protesta, pacífica, derivaría en los graves hechos de violencia y en la represión, las corridas y los gasese lacrimógenos que más tarde llenaron de tensión las calles del centro de la capital provincial.

 

SISTEMA «IMPUNE»

Antes, ya sin Macri ni su secretario de Gobierno, Marcos Peña, que volvieron a Buenos Aires, fue el armador nacional de Pro, Emilio Monzó, el encargado del balance de los comicios. «Es increíble, un sistema tan organizado como impune», según definió ante LA NACION el ministro de Gobierno porteño, al referirse a un esquema electoral «donde los votos para concejal se compran y se ofrecen al candidato a intendente, y donde el dinero es la base para esas uniones».

 

El diputado provincial de Pro Alberto Colombres Garmendia prefirió no echarles la culpa a los votantes. «Son las víctimas de este sistema», se quejó, ya sin mucha esperanza de que el conteo definitivo arroje un resultado muy diferente.

 

Ese conteo comenzará hoy con las 641 mesas que no fueron incluidas en el escrutinio provisorio: 307 de la capital provincial, donde se supone que Cano tendría ventajas, 95 del este provincial y 239 del oeste, donde el oficialismo «arrasó», según voceros del PJ local.

 

¿Se abrirán las urnas que no se contabilizaron? «Cada pedido va a ser analizado por la Junta Electoral. No hay decisión de abrirlas todas, pero tampoco de negar el acceso», dijo Almaraz sin levantar el tono de voz. Unas horas después, las estridentes campanadas de la catedral se mezclaron con los ruidos de las cacerolas y los gritos de la multitud, que pasada lárgamente la medianoche todavía repetía las consignas que marcaron el cierre electoral: «respeto para nuestro voto» y «el pueblo no se va».

 

Cerca de la una de esta madrugada todavía quedaban en la plaza unas 1500 personas dispuestas a resistir en el lugar. Una gran pancarta colgada del Nougués rezaba: «Nuestro voto vale, no al fraude, abran las urnas». Quedaba allí como maltrecho testimonio de la pueblada más numerosa desde 2001..