«Jamás cedamos al pesimismo»
Palabras del papa Francisco en su encuentro con los cardenales, a los que recibió en la sala Clementina del Vaticano. Les dijo a sus visitantes que «más de la mitad de nosotros somos ancianos, pero la vejez es la sede de la sabiduría de la vida”.
El papa Francisco exhortó este viernes en su encuentro con los cardenales a “no caer” en el pesimismo y encontrar todos los días la valentía de llevar el Evangelio a todos los rincones de la tierra.
“Nuestra misión es llevar a Jesús al hombre y conducir al hombre al encuentro de Jesús, realmente presente en la Iglesia. Jamás cedamos al pesimismo, a esa amargura que el diablo nos ofrece cada día. No hay espacio para el pesimismo o el desaliento”, dijo el papa ante los 114 cardenales electores y numerosos octogenarios a los que recibió en la sala Clementina del Vaticano.
El papa Bergoglio añadió: “El Espíritu Santo nos da la valentía para perseverar en nuevos métodos de evangelización para llevar el Evangelio a todos los confines del mundo”.
Francisco también expresó su voluntad de servir al Evangelio “con renovado amor y ayudando a la Iglesia a transformarse más en Cristo y con Cristo”.
El obispo de Roma, que estuvo a punto de caer, al tropezar cuando se dirigía a saludar al decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, aseguró que la realidad cristiana es “atractiva y persuasiva” y subrayó que Cristo es el “único salvador de todos los hombres”.
“Este anuncio es válido tanto ahora como lo fue al comienzo del cristianismo, cuando la primera expansión”, destacó.
Mirando a los cardenales, Francisco dijo que “más de la mitad de nosotros somos ancianos, pero la vejez es la sede de la sabiduría de la vida”.
“Donemos esta sabiduría a los jóvenes, como el buen vino, que con la edad mejora”, agregó.
El papa aseguró que la vez es tiempo de la tranquilidad y la plegaria.
Dos días después de ser elegido, el pontífice dijo a los cardenales: “somos hermanos, sois los sacerdotes del Santo Padre, vivamos esta comunidad, la amistad de la cercanía nos hará bien a todos”.
Francisco reiteró la necesidad de la unidad en la Iglesia y expresó su emoción por el recibimiento que le ofrecieron los fieles cuando apareció por primera vez en el balcón de la basílica de San Pedro.
También tuvo palabras para Benedicto XVI, “mi venerado predecesor”, subrayó, del que dijo “ha enriquecido la Iglesia con su magisterio de fe, humildad y docilidad”.
“Su magisterio permanecerá como un patrimonio espiritual para todos. El ministerio petrino vivido con total dedicación, ha tenido en él un intérprete paciente y humilde”, agregó Francisco.
El obispo de Roma destacó asimismo el “gesto valiente y humilde” de Benedicto XVI, en referencia a su renuncia.
Francisco fue acogido con un gran aplauso por los cardenales. Portaba la cruz pectoral que siempre ha llevado, plateada, y no la tradicional de oro de los papas, y zapatos negros.
Saludó uno a uno a todos los purpurados, en un ambiente de risas y alegría, como una reunión entre amigos.