Tropiezos de la Presidenta en su defensa del pacto con Irán

En la senda de Miguel Pichetto, Cristina Kirchner incurrió durante su discurso ante la Asamblea Legislativa en la discriminación entre «argentinos argentinos» y «argentinos judíos».

Al recordar lo que comentaban los diarios en 1999, cuando el país repuso el comercio de cereales con Irán, dijo: «Quiero que toda la comunidad -y cuando hablo de comunidad me refiero a la comunidad argentina y también a la comunidad judía- escuche la expresión?».

Más allá de esta deformación, las afirmaciones de la Presidenta sobre su acuerdo con Irán empobrecieron la argumentación del Gobierno en defensa de esa iniciativa.

En una recriminación a la Corte Suprema, muy en el clima de estos días, Cristina Kirchner se quejó de la falta de información que rodea a la investigación del atentado contra la embajada de Israel.

Igual que Carlos Kunkel una semana antes en un entrevista con LA NACION, aprovechó esa deficiencia para quejarse de Israel. «A mí me llama poderosamente la atención que no se estén preocupando por lo que constituye una violación de territorio, como es la voladura de una embajada.»

¿La perplejidad de la Presidenta es sincera o irónica? En el mismo discurso ante la Asamblea también recordó: «Un ministro llegó a sugerir que no se trataba de una explosión, sino de una implosión, como que había explosivos adentro de la embajada, y se armó un escándalo infernal».

La tesis de la implosión apunta a que los terroristas habrían infiltrado la bomba en el edificio, que estaba en reparaciones (los datos en ese sentido son muy sugerentes, pues conducirían a uno de los sospechosos de la voladura de la AMIA). Pero la misma tesis alimenta la versión de que el de la embajada fue un autoatentado.

Al insistir, como Kunkel, en que Israel, como si quisiera evitar que algo salga a luz, no presiona para que se esclarezca el crimen, la señora de Kirchner da un argumento más a los que defienden esa hipótesis antisemita. Entre otros, el régimen de los Ayatollahs de Teherán, con el que justamente acaba de pactar.

El acercamiento a Irán y la toma de distancia de Israel confirma lo que el Gobierno quiere negar: que la causa AMIA ha sido puesta al servicio del ajedrez internacional. La misma Presidenta lo admitió cuando defendió su jugada como un aporte a la pacificación que buscan las negociaciones entre Irán y los miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania.

Hay otra modulación llamativa en el discurso de la Presidenta sobre la AMIA: también ella insiste en que la causa «está inmovilizada desde hace muchísimos años».

La afirmación olvida que en 2005 la Justicia identificó a Ibrahim Hussein Berro como el atacante suicida. La novedad fue aportada por el fiscal Alberto Nisman, a quien Néstor Kirchner designó fiscal especial de la causa.

Que alguien tan autorreferencial como Cristina Kirchner no se haya adjudicado ese mérito resulta asombroso.

También sorprende la interpretación que hizo la Presidenta de la Comisión de la Verdad que se crea con el tratado y que compartirán argentinos e iraníes.

Con una emoción que arrancó el aplauso de sus seguidores, confesó: «Mi compromiso con esta causa es encontrar la verdad, saber precisamente qué es lo que pasó, no solamente desde afuera, sino saber qué pasó adentro también. (?) Quiero saber quiénes fueron los que encubrieron, quiero saber quiénes fueron los que escondieron las pruebas. Me lo merezco como argentina y se lo merecen las víctimas y sus familiares».

En contradicción con sus afirmaciones iniciales y con los argumentos de Héctor Timerman, Cristina Kirchner reveló que un cometido principal de los expertos de la Comisión será denunciar a quienes desviaron las investigaciones de los verdaderos responsables. Es decir, el Gobierno ha decidido preguntar a los iraníes quiénes son los encubridores.

El régimen de Teherán ya agradeció esa diligencia diciendo que colaborará con el desenmascaramiento. Ya se sabe a quiénes apunta: al Estado de Israel, al fiscal Alberto Nisman, al juez Rodolfo Canicoba Corral y a los investigadores argentinos.

La iniciativa de la Presidenta es audaz por lo autodestructiva. Tal como explicó en el Congreso, ya cuando era diputada había llegado a la conclusión de que la «pista iraní» era el resultado de que «se había fabricado una causa que no tenía ningún tipo de anclaje legal». Sin embargo, desde que su esposo llegó a la Casa Rosada, ella también abrazó esa pista.

No sólo el fiscal fue designado por Kirchner. La mayoría de las pruebas que se acumularon fueron provistas por la Secretaría de Inteligencia de la Presidencia de la Nación.

A la luz de estas evidencias, Cristina Kirchner corre el riesgo de que, cuando pregunte a la Comisión de la Verdad quiénes fueron los encubridores, ese oráculo la incluya a ella entre los sospechosos.

SIN FECHA EN TEHERÁN
El viceministro de Relaciones Exteriores iraní para asuntos parlamentarios, Hassan Qashqavi, expresó ayer a la agencia de noticias Mehr que el Parlamento de su país estudiará el acuerdo AMIA para una ratificación final. No obstante, evitó dar detalles del momento en que será tratado el memorándum firmado entre Irán y la Argentina para revisar la causa AMIA. El gobierno iraní ya envió el acuerdo al Parlamento para su aprobación, aunque la prioridad de Teherán es tratar el presupuesto nacional, ya que en junio habrá elecciones presidenciales..