Maya Moore, la estrella de baloncesto que renunció a su exitosa carrera para ayudar a liberar a un hombre injustamente condenado

Cuando Jonathan Irons salió de la cárcel, Maya Moore cayó de rodillas.
Le tomó un momento recuperar las fuerzas. Luego se levantó y lo abrazó: era un hombre libre por primera vez en más de 23 años.
Los primeros pasos de Irons fuera de ese edificio también fueron los últimos en un camino que los dos habían estado recorriendo juntos durante más de una década.
Una vez que recuperó la compostura, Moore se volvió hacia el teléfono que grababa la ocasión y dijo: «Está bien, chicos. Está hecho. Se acabó».
En 2011, Moore fue seleccionada en primera ronda por los Lynx y, desde entonces, los ha ayudado a ganar cuatro campeonatos.
De hecho, en la temporada 2014 fue nombrada la «jugadora más valiosa» (MVP) de la liga.
La basquetbolista de 31 años también tiene dos medallas de oro olímpicas y dos mundiales. Algunos dicen que es la mejor en la historia de la WNBA.
Pero a principios de 2019 Moore sorprendió al deporte al renunciar a todo por un hombre que había conocido 12 años antes y que se volvió un hermano para ella.
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Crimen y castigo
Aunque solo tenía 16 años cuando ocurrió el crimen, Irons fue juzgado como adulto.
El 14 de enero de 1997, alguien entró en la casa de Stanley Stotler, ubicada en un suburbio de clase trabajadora blanca de St Louis, Misuri.
Cuando Stotler regresó a su casa, el ladrón le disparó en la cabeza.

El emotivo momento en que Irons sale de la prisión.
Stotler sobrevivió e inicialmente no pudo identificar al perpetrador entre una muestra de seis fotos.
Según el diario The New York Times, un oficial de policía le pidió entonces que hiciera su mejor conjetura y él señaló una foto de Irons y otra de otro hombre afroamericano.
Más tarde, en una audiencia preliminar, Stotler identificó a Irons como el agresor.
Pero no había huellas digitales que conectaran al adolescente con el crimen. Tampoco evidencia de ADN o sangre, ni testigos que lo confirmaran.
Un defensor público no permitió que Irons subiera al estrado para defender su inocencia, diciendo que era demasiado joven y carecía de educación.
Los fiscales dijeron que Irons había admitido el delito durante un interrogatorio, algo que él y sus abogados negaron. El oficial que lo había interrogado estaba solo y no grabó la entrevista.