Los derechos individuales
En medio de la cuarentena, nos preocupamos por las limitaciones y no por la pandemia.
Exigimos que se nos respeten las libertades individuales, sin mirar el efecto secundario de ejercerlos. El virus no nos viene a buscar en cada hogar, nosotros salimos a buscarlo cuando transitamos por el centro, las calle, nuestro barrio.
A esto se contrapone a la sustentabilidad económica y el diario desafío de crecer desde el trabajo y la acción con los otros. Es aquí donde volvemos a la frase, “efectos secundarios de ejercer nuestros derechos individuales”, que son el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad ante la ley, al trabajo, a la libertad de pensamiento, de expresión, de reunión, de asociación, de circulación, de defensa enjuicio, entre otros.
Pero en medio de una pandemia que responsabilidad le cabe a quienes ejercen ese derecho? Son conscientes de que un contagio se puede multiplicar en miles y llevar al colapso al servicio de salud? Se los puede sindicar como personas que atentan contra la seguridad pública y en ese contexto contra la seguridad pública de una Provincia y lo que es peor, de un País, en este caso Argentina?
Sabiendo y teniendo conocimiento de la experiencia de otros países, cuan posible es declararse ignorante de la consecuencia?
La realidad es que la presión –desde la necesidad- social nos está llevando hacia un futuro de riesgo, pero cuando lo vemos, siempre como individuos, lo vemos como en tercera persona y no como protagonistas de ese futuro. Son nuestros actos los que nos van a hacer ser protagonistas de cada realidad que ponemos en marcha; no serán ellos y los otros los que terminen en las camas de un hospital – si es que hay disponibles – seremos nosotros; es decir yo, mi hijo, mi esposa, mi esposo, mi madre, mi padre, mi amigo etc.
Dicho todo esto, cuántos seremos los que levantemos la mano diciendo, yo soy culpable, yo pedí esto, yo soy el culpable de la muerte de mi hijo, mi esposa, mi esposo, en definitiva de mi propia muerte.
Ejercer el derecho individual, está ligado inexorablemente al otro, es decir a respetar el derecho que el otro también quiere ejercer siendo responsable de mi futuro y el de él.
El que yo quiera, no quiere decir, todos deben querer, solo refleja que tan comprometido con el otro estoy.
Por: Aldo Portugal