“Las marchas en todo el país me llenan de fuerza”

A 36 horas de la sentencia que absolvió a los acusados de secuestrar y prostituir a Marita Verón, Susana Trimarco se ha quedado sin voz, pero no sin palabras: “Estoy enojada. Si no saco esto que tengo encima, me va a explotar el corazón”. Con el hilito que tironea de su garganta continúa apuntándole al tribunal que, según cree, dio “un mensaje de estafa, de corrupción. Micaela y yo confiamos en ellos, porque pensábamos que iban a hacer justicia, y nos defraudaron. La Justicia no me dio respuestas: no me dijo dónde está Marita ni cómo está”.

¿No piensa que quizá no supieran qué es la trata sexual, y por eso no hayan comprendido los testimonios?

¡No pueden cometer ese error! Las víctimas los miraron a los ojos y les contaron todas las torturas que les hicieron. ¿Más de cien testigos, de todas partes del país, se van a poner de acuerdo en mentir?

¿Cómo pueden leer este fallo otros tratantes y proxenetas?

Como que les están abriendo el camino para que hagan lo que quieran, para que exploten y maten.

¿Corren peligro las víctimas que fueron testigos en el juicio?

Todas se comunicaron conmigo, y también otras chicas que no declararon. Una me decía: “Si le hicieron esto a usted, ¿qué justicia vamos a tener nosotros?”. Le exigí al gobernador José Alperovich máxima seguridad para el barrio donde viven las de Tucumán.

¿Cómo evalúa las manifestaciones que se produjeron el miércoles en todo el país?

Es lo que coseché de lo que sembré sin darme cuenta. Hace diez años que vengo caminando por todo el país, armando grupos que sean multiplicadores para la prevención del delito de la trata de personas; esa es la gente que se sacó la venda de los ojos y hoy está defendiendo a las familias. Me sorprendió el apoyo, incluso del exterior: hoy (por ayer) se hacen actos de apoyo frente a las embajadas argentinas de México, España, Israel, Holanda y Estados Unidos.

¿Cuánto de esto sirve de consuelo, y cuánto de combustible?

Me llena de fuerza, pero el único consuelo sería encontrar a mi hija. No voy a parar hasta saber de Marita, y hasta que esta gente pague lo que hizo; estos trece, y tres más, que son cómplices de su desaparición.

¿Cómo la ve a Micaela?

Estuvo muy dolida, lloró mucho, y no voy a parar hasta que esta gente pague, una por una, las lágrimas que ha derramado. Mica es parte de esta causa, cuyo expediente creció cuerpo a cuerpo, año a año, que son años de la vida de mi nieta. Pienso además en otra cosa: si hicieron lo que hicieron, el día en que yo no esté, ¿qué va a ser de mi nieta? ¿Qué seguridad le va a brindar la Justicia? ¿Quién me garantiza que no le pase lo mismo que a Marita? Por eso tengo que luchar ahora que estoy con vida.

Al día siguiente de la sentencia, usted pidió al gobernador José Alperovich que sacara al ministro de Seguridad, y este renunció. ¿Cómo interpreta este poder que alcanzó?

No hablaría de poder, sino de mi lucha, porque así como me lo hicieron a mí, pueden hacérselo a muchas; bueno, ya lo hicieron. Si no exigimos cambios en este momento, ¿qué seguridad van a tener los tucumanos, y qué justicia van a tener las chicas, y muchas madres y muchos padres de esta provincia? Nunca creí que el gobernador fuera un mafioso, ni una persona cruel que permita que maten a la gente.

Pero en 2008 recibió a Rubén Ale y a María Jesús Rivero, cuando eran dirigente de San Martín de Tucumán, y les dio 960 mil pesos para refaccionar el estadio. ¿No es una contradicción?

No sé si sabía la magnitud de lo que había pasado.

Todo Tucumán sabía quiénes eran los Ale.

Si me quedo mirando para atrás, con rencor, no voy a hacer nada. Hoy, él es responsable del pueblo de Tucumán, y éste es el momento de avanzar, de hacer que se comprometa de verdad, para que cambiemos esta provincia. No podemos dejar que el clan de los Ale siga manejándola.