Perpetua por la muerte de los dos sacerdotes de Chamical

El ex jerarca de la dictadura Luciano Benjamín Menéndez y otros dos acusados por los secuestros, torturas y homicidios de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville recibieron este viernes condena a prisión perpetua y deberán cumplir la pena en cárceles comunes.

Según la agencia de noticias DyN, el Tribunal Oral Federal de La Rioja leyó el fallo y cerró el juicio seguido desde septiembre pasado a Menéndez –ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército–, al ex vicecomodoro Luis Fernando Estrella y al ex comisario riojano Domingo Benito Vera, por los delitos cometidos el 18 de julio de 1976, en la dictadura militar.

Menéndez deberá cumplir la perpetua –la séptima que recibe– en una cárcel común, concretamente en Ezeiza, tras haber sido encontrado responsable como coautor mediato de la privación ilegítima de la libertad, tormentos agravados y los homicidios calificados por alevosía de ambos sacerdotes.

El TOF también halló culpables a Estrella y a Vera como autores mediatos de los mismos delitos y deberán cumplir la pena en la cárcel riojana.

Además, los tres condenados fueron inhabilitados por diez años.

Fiscalía y querellas pidieron para los tres la pena de reclusión perpetua, mientras las defensas reclamaron sus absoluciones. El TOF dijo que los hechos tratados en este juicio «son delitos de lesa humanidad» y como tales no prescriben. Tampoco hizo lugar a los planteos de nulidad e inconstitucionalidad realizados por las defensas.

Organismos de derechos humanos, sacerdotes y religiosas, una hermana de Murias y dirigentes políticos presentes en la sala se mostraron en general conformes con lo resuelto.

En particular, celebraron con vivas que se les haya quitado a todos el beneficio del arresto domiciliario.

Los fundamentos del fallo serán conocidos el próximo 8 de febrero.

Los sacerdotes fueron sacados por la fuerza de su domicilio por la policía riojana, el 17 de julio de 1976 y sus cuerpos fueron hallados al día siguiente en la base aérea de la localidad de El Chamical, con signos de torturas, según la investigación.

Longueville y Murias cumplían labores de ayuda en barrios pobres dentro de la diócesis del obispo Enrique Angelelli, quien murió en una ruta riojana el 4 de agosto de 1976 cuando regresaba de un homenaje a los sacerdotes asesinados.

Angelelli perdió la vida en un hecho confuso que la dictadura atribuyó a un accidente de tránsito, pero años después la justicia consideró probado que se trató de un homicidio.