Zapallo en almíbar, el postre del campo

Coronar una comida con una buena porción de zapallo en almíbar crujiente, dulce y almibarado es un placer que, a pesar del paso del tiempo, las generaciones de comensales siguen repitiendo. Sí, ya sea sólo o con dulce de leche y crema, es uno de los postres de batalla que no falta en ningún bodegón, ya que es rico, barato y fácil de conservar.
El nombre zapallo viene de la voz quechua “sapallu”, ya que en castellano se lo conoce como calabaza. Los cordobeses tienen especial predilección por el consumo de esta cucurbitácea, ya sea en carbonada, locro o como dulce.
En muchos restaurantes lo compran a terceros, pero algunos se toman el trabajo de hacerlo en sus cocinas, como es el caso de Antonia, la matriarca de Pan y Teatro, un restaurante de una familia mendocina que hace excelente cocina casera. “Yo uso zapallo Angola, el largo”, dice la cocinera que a sus 82 años sigue en los fuegos. “Se lo debe pelar y cortar en cubos y remojar unas dos horas en agua con unos granitos de cal. Luego se escurre y se debe preparar un almíbar para cocer los cubos. La clave está en que el almíbar no sea muy espeso y en que la cocción del zapallo sea más bien corta. Cuando se enfría va al frasco, que se debe sellar mediante un hervor. ¿Dulce de leche? No, no pega. Es mejor acompañarlo con crema líquida o batida”, finaliza la señora.
Y, por las dudas que intenten hacerlo en sus casas, acá les dejamos una receta.
¿Cómo te gusta comer el zapallo?