Clásico platense: el Gimnasia de Maradona perdió con Estudiantes
Gimnasia no pudo con Estudiantes y, lejos de cortar la racha que desde hace nueve años y ocho meses lo tiene como el perdedor en los clásicos, el equipo conducido por Diego Maradona cayó por 1-0 ante los dirigidos por Gabriel Milito y sigue sin poder ganar en el Bosque desde que comenzó la Superliga.
No fue suficiente ni la caravana de hinchas que acompañó al equipo al estadio Juan Carmelo Zerillo ni la camiseta especial que el club estrenó para enfrentar al conjunto albirrojo, con un lindo diseño que rememoraba la casaca azul de Argentina en el Mundial ’86.
Tampoco fue suficiente la goleada en Rosario ante Newell’s por 4-0. Ni la ilusión de partir en pedazos la racha negativa que va por convertirse en una década negra sin triunfos ante Estudiantes: el Lobo no le gana desde el 2 de febrero de 2010, cuando lo superó 3 a 0, de local, con goles de Denis Straqualursi (2) y Juan Cuevas. Ni siquiera se pudo con la motivación de saber a Maradona mirándolos desde el banco.
Todo eso y más -porque la presión de engrosar el promedio y tomar algo de aire es la carga más pesada- gravitó en la formación que Maradona plantó en la cancha y en su juego, pero no bastó. Incluso en la etapa inicial, donde los dos se midieron y no se sacaron demasiadas ventajas, los locales fueron más protagonistas: tuvieron más la pelota y se adueñaron de las dos llegadas peligrosas de esos 45′, una con Germán Guiffrey y la otra con Nicolás Contín.
La definición llegó en el minuto 56, en la escena que se le quedó clavada en la retina a Maradona. Luego de una jugada combinada que incluyó una pared con Gastón Fernández, a la vez veloz y precisa, Mateo Retegui sacó un derechazo inalcanzable pisando la medialuna del área y puso la ventaja definitiva para los albirrojos. Mientras el Diez miraba cómo los de blanco y rojo se abrazaban delante de los de azul, su cabeza lamentaba lo que había sucedido sólo dos minutos antes, cuando Contín desperdició una oportunidad clarísima. Solo y a la altura del tiro penal, el nueve no le entró bien a una exquisita pelota que Matías García le alcanzó perfecta, con un centro desde la izquierda, y ahogó un grito que nunca pudo bajar desde las tribunas.