Empezó la era Maradona en Gimnasia
«¿Cómo puedo explicar yo con palabras lo que siento? Acá estoy en mi casa», dijo un sensible Diego ante más de 20 mil personas.
Sobraron las lágrimas en el Juan Carmelo Zerillo, repleto con 25 mil personas que fueron a presenciar este domingo el primer entrenamiento de Diego Armando Maradona como DT de Gimnasia y Esgrima La Plata. Y sobrarían las palabras para describir semejante suceso si se lo considerase como una mera práctica, y no como un hecho verdaderamente trascendente. Uno que cambió, de ahora en más, cómo será vivida y recordada esta Superliga.
Quizá quien mejor describió lo sucedido en el Bosque fue el propio Maradona, eterno prodigio de la verba. «¿Cómo puedo explicar yo con palabras lo que siento? Por eso me puse a llorar, le dejo un legado a mis hijos y algo al deporte argentino. No me esperaba esto, cuando lo vi no lo podía creer», afirmó el Diez, quien apenas salió de entre los colmillos del Lobo (inflable) y plantó bandera en el césped, no pudo aguantarse las lágrimas.
El «olé, olé, olé, olé… Diego, Diego» bajó automáticamente desde las tribunas ni bien se vislumbró la presencia del gigante de 1,65 metro en el campo de juego. Maradona se abrazó con el presidente del club, Gabriel Pellegrino, y se subió al carrito para dirigirse a la mitad de la cancha. Un periplo motorizado que duró segundos, tiempo suficiente para que el conductor saque cual acto de magia una camiseta para que el ídolo le ponga la firma a la casaca y a uno de esos episodios tan únicos como maradonianos.
Mientras tanto, los jugadores de Gimnasia iban llegando uno detrás de otro con gran coordinación -mejor que la que mostraron por el momento en el campeonato, donde suman un punto en cinco fechas- al círculo central para encontrarse con su nuevo entrenador.
«Yo no soy ningún mago, a mí me gusta trabajar. Me gusta ganarme la plata corriendo, como hice toda mi vida», espetó Maradona, micrófono en mano y redonda bajo el brazo. «Nos vamos a jugar la vida pero acá no se juega con ametralladoras ni revólveres, acá se tira el centro atrás para que la empuje el compañero y festejemos todos», arengó el Diez, como si hiciera falta aún mayor motivación para un extasiado público local.
A saltar
Visiblemente aquejado para desplazarse por la reciente operación de rodilla a la que se sometió, Maradona no pudo evitar acompañar con su cuerpo el canto de «el que no salta, es un inglés» por parte de la hinchada, en clara alusión al clásico rival de Gimnasia y su actual presidente e ídolo, Juan Sebastián Verón.